Epicondilitis: Lo que necesitas saber sobre esta dolorosa lesión
La epicondilitis lateral, más conocida como codo de tenista, es una lesión muy común que afecta a una amplia variedad de personas, desde deportistas hasta trabajadores manuales u oficinistas. A pesar de lo que sugiere su nombre, no es exclusiva del tenis, sino que aparece con frecuencia en personas que realizan movimientos repetitivos de muñeca y antebrazo.
En el Centro Médico Deportivo Pérez Frías, situado en Málaga, tratamos este tipo de lesión con un enfoque integral basado en fisioterapia avanzada y técnicas personalizadas para cada paciente. A continuación, te explicamos qué es la epicondilitis, cómo se origina, cuáles son sus principales síntomas y cómo abordarla de forma eficaz para una recuperación completa.
¿Qué es la epicondilitis?
La epicondilitis es una afección que afecta a los tendones que se insertan en el epicóndilo lateral del húmero, una zona ósea ubicada en la parte externa del codo. Estos tendones están vinculados a los músculos que permiten la extensión de la muñeca y los dedos, y son especialmente sensibles al uso excesivo o a movimientos repetitivos que generen microtraumatismos.
El origen más habitual es la sobrecarga funcional de estos tendones, lo que provoca pequeñas roturas en las fibras colágenas que no se recuperan de forma adecuada. Con el tiempo, esto puede desembocar en una degeneración tendinosa crónica, acompañada de dolor, pérdida de fuerza y limitación funcional.
¿Quién puede padecer epicondilitis?
Aunque el deporte es un desencadenante frecuente, esta lesión también es común en personas que:
- Trabajan con herramientas que requieren giro de muñeca o agarres prolongados (como mecánicos, carpinteros o pintores).
- Pasan muchas horas frente al ordenador usando teclado y ratón sin una postura adecuada.
- Practican actividades de bricolaje o jardinería.
- Realizan entrenamiento de fuerza con mala técnica.
También es más probable que aparezca si existen desequilibrios musculares entre el brazo dominante y el no dominante, o si el tendón ya presenta una predisposición degenerativa.
Síntomas de la epicondilitis
Los síntomas más característicos de la epicondilitis son:
- Dolor localizado en la parte externa del codo, que puede irradiarse hacia el antebrazo.
- Aumento del dolor al extender la muñeca, girar el antebrazo o levantar objetos, incluso de poco peso.
- Sensación de debilidad al apretar o agarrar cosas.
- Hipersensibilidad a la presión sobre el epicóndilo.
- Rigidez matutina o tras periodos de inactividad.
Estos síntomas pueden confundirse con otras afecciones como la tendinitis bicipital, la radiculopatía cervical o incluso el síndrome del túnel radial, por lo que es clave acudir a profesionales para realizar una buena valoración.
Causas frecuentes: desde la oficina hasta el gimnasio
Uso excesivo del ratón y el teclado
En la era digital, muchas personas permanecen largas horas frente a un ordenador, utilizando el ratón de forma repetitiva. Esta actividad, especialmente si se realiza sin ergonomía o sin pausas activas, sobrecarga los tendones extensores del antebrazo.
El movimiento constante de clic, combinado con posturas rígidas de la muñeca, provoca una tensión acumulativa que puede derivar en una inflamación crónica. De hecho, se ha comprobado que mantener la muñeca en extensión durante periodos prolongados aumenta significativamente el riesgo de epicondilitis.

Trabajos manuales o industriales
Otras actividades laborales que exigen movimientos repetitivos de pronación y supinación, como el uso de destornilladores, martillos o herramientas eléctricas, son factores de riesgo evidentes. En trabajos industriales, donde además puede haber vibración constante y esfuerzo físico sostenido, los músculos extensores del antebrazo trabajan en condiciones exigentes durante muchas horas.
Esto se agrava si el trabajador no realiza pausas, no dispone de material ergonómico o repite los mismos gestos durante semanas o meses. En este sentido, ocurre un mecanismo muy similar al de otras tendinopatías por sobreuso, como ocurre con la inflamación que puede darse en la zona interna de la rodilla por movimientos repetitivos en actividades deportivas o laborales, como sucede en algunos casos de tendinitis en la pata de ganso.
Sobrecarga deportiva y mala técnica
En deportes de raqueta, entrenamiento funcional o pesas, el uso repetido de movimientos de extensión y supinación puede generar microlesiones. Cuando no se aplica una técnica adecuada o no se respeta el descanso muscular, los tendones no tienen tiempo de repararse, y se produce una acumulación de daño que da lugar a la epicondilitis.
Este patrón de lesión también se ve en deportistas que han aumentado rápidamente la carga de entrenamiento o que no han trabajado el fortalecimiento compensatorio del tren superior.
Tratamiento de la epicondilitis desde la fisioterapia
El tratamiento de la epicondilitis requiere una combinación de reposo relativo, educación postural y técnicas activas y pasivas de fisioterapia. En nuestro centro, empleamos un enfoque personalizado adaptado al grado de afectación y a la actividad del paciente.
1. Terapia manual
Utilizamos técnicas de movilización articular y de tejidos blandos para mejorar la vascularización, reducir la tensión de los músculos extensores y liberar adherencias que puedan estar afectando a los tendones.
Los masajes específicos sobre la musculatura del antebrazo y las técnicas de fricción transversal profunda sobre el tendón dañado son herramientas fundamentales para facilitar su recuperación.
2. Diatermia profunda
La diatermia por radiofrecuencia permite trabajar en profundidad sobre el tejido lesionado, generando calor desde dentro para aumentar el flujo sanguíneo y acelerar la regeneración celular. Es una técnica especialmente eficaz en epicondilitis crónicas, ya que reduce el dolor sin necesidad de aplicar fuerza externa.
3. Ejercicio terapéutico y fortalecimiento
El pilar del tratamiento es el ejercicio personalizado. Comenzamos con movilizaciones suaves y estiramientos progresivos, y más adelante se introduce trabajo excéntrico para fortalecer el tendón sin sobrecargarlo.
También incluimos ejercicios de control neuromuscular y reeducación de la fuerza de agarre, fundamentales para recuperar la funcionalidad del brazo y prevenir recaídas.
4. Educación postural y prevención
Evaluamos los gestos técnicos, posturas laborales o deportivas y diseñamos adaptaciones para que el paciente pueda volver a su actividad sin riesgo. Esto puede incluir:
- Ajustes ergonómicos en el puesto de trabajo.
- Cambios en la técnica deportiva.
- Pausas activas y estiramientos específicos.
¿Cuánto tarda en curarse la epicondilitis?
La duración de la recuperación depende del grado de afectación, del tiempo que ha pasado desde la aparición de los síntomas y del cumplimiento del tratamiento. En fases agudas, con un abordaje precoz, puede resolverse en pocas semanas. En casos crónicos o mal tratados, la recuperación puede extenderse varios meses.
Lo más importante es evitar la cronificación, ya que una tendinopatía crónica puede requerir tratamientos más prolongados o incluso intervenciones invasivas si no mejora con fisioterapia conservadora.
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